Namasté

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Namasté , "La luz de Dios en nosotros, celebra su presencia eternamente en nuestros corazones"

miércoles, 4 de octubre de 2017


                                                 DESDE LAS PLEYADES





¿Sabes por qué tienes tu identidad actual?
Porque ya has representado la mayoría de los otros papeles 
anteriormente, y ahora estás experimentando éste. ¿Por qué no naciste como niño hambriento en lugar de la entidad opulenta que eres hoy? Porque tú has sido el niño hambriento que quiso ser la entidad opulenta, y aquí la tienes. ¿Y por qué no eres el panadero que hace pan para alimentar a su familia? Porque, maestro, tú has sido el panadero que hacía el pan para alimentar a su familia. Ahora eres la entidad que se lo compra.
Lo maravilloso de este reino es que es siempre continuo y cambiante, y tu puedes ser cualquier personaje que desees. Y a medida que avanzas sobre la plataforma de la vida, avanzas hacia altiplanos que te ofrecen un 
escenario donde representar aquellas ilusiones que proporcionarán el mayor aprendizaje dentro de tu ser. Y sobre este escenario tienes la libertad de convertirte en rey o en mendigo, en amante o en amado, en hombre libre o en esclavo, cualquier ilusión que te provea del entendimiento que necesita tu alma para realizarse.
Son muchas las experiencias que nunca has tenido maestro, pues hay muchas cosas que no has hecho y entidades que nunca has sido. Hay en este mundo entidades que viven en una paz sublime, y cuyas necesidades 
son simples. Y cualquier cosa que necesiten, cualquier cosa que deseen, simplemente la manifiestan. Ellos viven en la alegría y la felicidad, maestro, actitudes y aventuras del pensamiento que tú aún debes elegir para tu experiencia.
Hay muchos entendimientos que tú aún tienes que vivir. ¿Y sabes cuál es el más grande de todos? Vivir simplemente por vivir. Vivir por vivir es el mayor logro en el entendimiento de la vida. Pues es entonces cuando 
conocerás la paz, cuando conocerás la alegría. Es entonces, maestro, cuando te convertirás en la totalidad de Dios otra vez.
Tú aún tienes que experimentar ese entendimiento de la vida, pues te has dejado intimidar hasta aceptar los roles de la manutención, el trabajo, la competitividad, el idealismo, el sufrimiento, la neurosis. Tú has aceptado 
eso como tu suerte, y así es. Pero si simplemente te permitieras salir y ver las otras partes de la vida, te darías cuenta de que eso son sólo piezas diminutas dentro de tus opciones en la vida.
Esta vida, al margen de todas las cosas que han sucedido en vuestra historia como humanidad, es realmente grandiosa. Desafortunadamente, aquellos que habitan en las ciudades, en medio del estancamiento y el espesor de la conciencia social, piensan que este es un lugar desgraciado y miserable donde vivir. Pero si alguna vez encontraras el valor dentro de tu ser para apartarte de los ideales, la intimidación y la conciencia limitada del hombre, y te fueras a vivir a la naturaleza, siendo uno con el Dios dentro de ti, encontrarías que la vida es realmente espléndida, que es algo hermoso, siempre continuo e ilimitado.
La razón por la que has vuelto aquí, maestro, es para vivir. Pero no has roto con las cosas que te atan a este plano de manera que puedas experimentar la majestad de Dios y de la vida. Nunca has caminado sobre un glaciar o te has refugiado bajo un puente de roca, o has mirado a través de una ventana en invierno para encontrar un pájaro rojo sentado ahí, brillando en la nieve. Ni has estado en cavernas profundas, o paseado por el desierto y observado a la serpiente buscando su comida. Ni has dormido en una gran pirámide tu solo, o ido a explorar lugares donde nadie ha estado, y hay muchos de ellos. No has navegado por un océano inmenso y visto a un gran pez saltar, ni seguido a un ciervo por un bosque multicolor.
Aún no has hecho muchas cosas que son electrizantes, emocionantes y maravillosas para tu ser, y a ninguna de ellas les importaría jamás cuál es trabajo, tu educación, tu posición social, o qué tan nuevo es tu automóvil. 
Aquellas son facetas de la vida que aún tienes que experimentar. Pero cuando lo hagas, ellas derribarán tus neurosis, tus miedos, tus trampas y incertidumbres. Y habrá momentos en los que sentirás que vas a explotar 
de alegría, aunque querrás que alguien esté ahí para verte explotar y, sin embargo, te sentirías intimidado si alguien estuviera ahí. Esa es tu naturaleza, pero no hay nada de malo en ello. Simplemente no te has permitido experimentar todas tus opciones aquí, pues has sido duramente presionado para convertirte en un ideal ilusorio que es totalmente extraño a la alegría y a la felicidad de la vida.
Ahora, si tú no quieres volver aquí, no lo hagas. No tienes que hacerlo, jamás. Yo nunca volví, pues ascendí con el viento llevándome conmigo todo lo que era. Al hacer eso, me convertí en una entidad libre. ¡Una entidad libre! Porque trascendí todas las cosas que había hecho en mi vida aquí. Me perdoné a mí mismo y abracé esta vida, y me entregué al asunto de ser Dios. Y si un bárbaro ignorante y miserable pudo hacerlo, maestro, 
ciertamente tú también puedes.
La manera de terminar la vida de uno aquí es viviéndola, amándola, y convirtiéndose en una parte de las cosas simples. Deshaciéndose de ideales que intimiden, limiten y restrinjan la libertad de la vida. Viviendo la libertad de uno mismo, amándose a sí mismo y dejando de compararse con los demás. Cuando dejas de vivir para las imágenes de la sociedad, y a cambio vives para tu propio ideal, tu propia verdad, cualquiera que ésta sea dentro de tu ser, y amas tu eterno ser, entonces llegas a ser uno con las flores y los peces, con toda la vida. Entonces puedes decir: «He terminado esta experiencia. He amado toda la vida que hay aquí, y por eso, estoy listo para una nueva aventura. Estoy listo para un reino muy lejano y un nuevo entendimiento, un modo de ser totalmente diferente». Cuando hayas hecho estas cosas, maestro, abandonarás este lugar en un resplandor de gloria. Así es como yo me fui.

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