Namasté

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Namasté , "La luz de Dios en nosotros, celebra su presencia eternamente en nuestros corazones"

jueves, 28 de diciembre de 2017

   
                                                        DESDE LAS PLEYADES




Es hora de que volvamos a la realidad: el estado de felicidad tiene como principal agente a nuestra propia mente, a nuestra propia percepción. 
Es nuestra propia mente la que genera felicidad o infelicidad dependiendo de ciertas leyes exactas que rigen su funcionamiento. La ecuación fundamental es muy simple: una mente impura genera un mundo impuro; una mente pura genera un mundo puro. 
En resumidas cuentas, una mente impura es básicamente aquella que basa toda su cosmovisión en las ilusorias ideas del yo y lo mío. Por el contrario, una mente pura es aquella imbuida de solidaridad, de respeto hacia los demás, de bondad, de confianza, de alegría por el bien de los demás, de amistad, de compasión, de claridad; una mente que percibe claramente que ningún ser puede existir individualmente, por sí mismo, separado de todos los demás seres, sino que todas las existencias están íntimamente interconectadas en una unidad total. Una mente pura es aquella que reconoce las leyes que rigen esta interacción fundamental y que vive en el respeto a ellas.

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