Namasté

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Namasté , "La luz de Dios en nosotros, celebra su presencia eternamente en nuestros corazones"

lunes, 4 de febrero de 2019


                                                           DESDE LAS PLEYADES




Alguien, un día, te dijo que eras una víctima. Y te lo va a seguir repitiendo durante toda tu vida. Ese "alguien" está tan incrustado en tu inconsciente que, aunque no quieras, tratará de convencerte una y otra vez de que eres un ser insignificante, temeroso, dependiente y carente de poder. De que estás a merced de "otro" (o de "otros"), y de que apenas tienes control sobre tu vida. Tan inoculada está la idea del victimismo en tus entrañas que incluso ahora, al leer este texto, te retorcerás de rabia y dolor repitiéndote a ti mismo que "sí, todo eso está muy bien, pero soy una víctima de tal, de cual, de aquello, de lo otro...". Comprueba, incluso, que te sientes a gusto considerándote víctima: lo llevas en tu inconsciente y no va a esfumarse así como así. Es lo que te inyectan desde que naces, lo que te venden a diario, lo que lees en la publicidad aunque no te des cuenta, lo que te ordena la televisión... "Buenos días, amigo víctima, no eres nadie y vives en un mundo de temor y resignación, ¿lo recuerdas?".
Lo que no te dijeron (ni te recuerdan) es que, contrariamente a lo que tú piensas, tienes alas. Sí. Eres un ser imponente, excelso, poderoso. Y una buena parte de lo que te sucede a diario depende en gran parte de ti. No de A, ni de B, ni de C, sino de ti. Solo de ti. La buena noticia es que puedes desplegar esas alas y comenzar a levantar el vuelo cuando desees. Pero no va a resultarte nada fácil. Primero, porque no querrás reconocer que las tienes. Y, segundo, porque te aterra la idea de acabar recuperando tu poder y dejar de culpar a tus "victimarios" de lo mal que se encuentra tu vida. La queja y la justificación son más adictivas que cualquier droga común, y mirar continuamente fuera en busca de culpables es mucho más sencillo que mirar dentro en busca de soluciones. Estás programado para quejarte y compadecerte de ti mismo, aun a costa de tu propio bienestar...
Descubrir y recuperar tu poder, por tanto, va a conllevarte una gran dosis de voluntad y confianza en ti mismo, pero la recompensa merecerá la pena. Por descontado, aparecerán obstáculos en el camino: no está de moda (aunque lo parezca) que uno se reafirme en su propio poder y en su capacidad de aceptar las circunstancias de su vida y, mucho menos, hacerse cargo de ellas. Asumir la responsabilidad implica determinados "precios" que hay que pagar (como salir de la zona de confort o dejar atrás el yo atemorizado y lastimero), pero es el único camino para salir de donde, seguramente, te encuentras desde que tienes uso de razón. Muchas veces te habrás preguntado cuál es tu misión en este mundo, y precisamente tiene mucho que ver con todo esto. Con tomar conciencia de esas limitaciones y ese victimismo inculcados y trascenderlos mediante la recuperación de tu poder interior. Solo tú puedes hacerlo. Solo tú puedes desplegar tus alas y comenzar a volar. Una nueva vida (si así lo decides) está esperándote...
Javier López
Almas Estelares

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