DESDE LAS PLEYADES
Somos buscadores incansables… Cada cual busca ser feliz por todos los medios, detrás de cada cosa que hace, de cada persona con la que entabla una relación. Buscamos tener, ganar, pretendemos el éxito y el poder, pensando que, una vez que logremos nuestros objetivos, obtendremos la ansiada felicidad. Sin embargo, tras conseguir nuestros logros, la felicidad no llega tal y como la habíamos imaginado.
No se puede ser feliz si no conocemos quiénes somos. A menos que conozcamos la verdad de nuestro ser, no podremos experimentar la gran bendición que es la vida, no podremos inundarnos del gozo de ser, simplemente por ser.
La felicidad no está allí dónde la buscas. La felicidad está en ti, en quien eres, en el amor que sientes y, a menos que sientas con intensidad esa fuerza interior que conforma tu ser, no podrás conectar con tu poder, y no me refiero al poder sobre los demás, ni a una posición de poder, sino a ese poder con el que naciste y que fuiste perdiendo con el paso de los años.
Pretendo que otro me posibilite ser feliz
Buscamos que los otros nos proporcionen la felicidad y nos confundimos. Equivocamos el camino y comenzamos a buscar nuestro poder fuera: en la pareja, en los padres, en los sabios, en los gurús, en los fármacos, en la religión… Resultado: una búsqueda infructuosa para ser feliz porque, en realidad, nuestra felicidad y nuestro poder siempre han estado dentro de nosotros mismos, en nuestro interior. Nuestro poder interior brilla y se expande en función de nuestras vivencias y comportamientos, es el motor de nuestra felicidad.El poder interior procede del tipo de persona que somos, de lo que hacemos cada día con nuestra vida. La persona que siente su fortaleza tiene una autoestima saludable, se conoce bien, se acepta como es y acepta tanto sus capacidades como sus limitaciones, sus debilidades, sus miedos, sus errores. No necesita satisfacer ideas de perfección, es capaz de ser fiel a sí misma, sin pretender ser lo que no es para impresionar, no necesita dominar a los demás para sentirse poderosa, se siente libre y persigue sus propias metas.
Nuestra fortaleza es esa energía que nos permite permanecer equilibrados y persistir ante las diversas circunstancias que podamos vivir a lo largo de nuestras vidas, nos otorga la capacidad de decidir y nos permite mantenernos en pie sin perder nuestro equilibrio mental y emocional. Es el motor que nos permite alcanzar nuestros objetivos, de tal modo que nos posibilita ver los obstáculos como aprendizajes para crecer a través de ellos e impedir que se transformen en una traba en el logro de nuestros propósitos.
Una persona conectada con su fortaleza interior es aquella que sabe adecuarse a los cambios, aceptarlos como un modo de crecer y evolucionar, que se deja fluir sin resistirse a su realidad, que es flexible como el bambú que se dobla pero no se rompe.
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