DESDE LAS PLEYADES
Amar lo que es
Una de las principales causas de sufrimiento de los seres humanos es el deseo constante de que las cosas sean diferentes a como son en la realidad. Si nuestro país enfrenta una crisis, añoramos que todo fuese como antes. Un antes que posiblemente no valoramos. Si nuestra pareja es tímida, nos gustaría que fuese más extrovertido/a. Si está lloviendo desearíamos que estuviera soleado y viceversa.
Siempre estamos anhelando lo que no poseemos. Esto nos mantiene inmersos en una eterna frustración, mostrando una carencia de agradecimiento por lo mucho que sí tenemos.
No se trata de no querer que las cosas sean mejores. De hecho, a lo largo de la historia, la insatisfacción de los seres humanos ha permitido el progreso en muchos ámbitos de la sociedad, la ciencia, las artes y la tecnología. El asunto es cuando se vuelve crónica, dejando de ser un estímulo, para convertirse en un estado de negatividad constante… una forma de asumir la vida.
Esta insatisfacción perenne la reflejamos también en la poca tolerancia que mostramos hacia la forma de pensar y reaccionar de los demás, solo por el hecho de que éstas no se adecúan a nuestras expectativas. Así vamos por la vida sintiéndonos dolidos si alguien a quien le hicimos un favor no responde de la misma forma cuando lo necesitamos.
Hay un libro de Katie Byron que me encanta, por la simplicidad con que esta nos invita a enfrentar las circunstancias de la vida: Amar lo que es. A través de este, su autora nos hace un llamado para que aprendamos a aceptar y reconocer el valor de las cosas y las personas que nos rodean. No se trata de resignarnos con lo que hay, sino de aprender a amar nuestras circunstancias como punto de partida para lograr el cambio.
Esta autora americana, quien antes de escribir el libro pasaba por los momentos más oscuros de su vida, sufriendo una profunda depresión y pensado incluso en el suicidio, sostiene que “la realidad es siempre más amable que las historias que contamos sobre ella”y que cualquier molestia que tengamos con los demás es, en el fondo, algo de nosotros mismos que nos molesta. Los demás nos sirven de espejo, reflejando aquello que no somos capaces de ver o aceptar en nosotros mismos. Por esta razón nos empeñamos en cambiarlos, porque resulta más fácil pretender la transformación del otro que la de uno mismo.
Con la firme convicción de que “lo que provoca nuestro sufrimiento no es el problema, sino lo que pensamos sobre el mismo”, Byron ha creado incluso una metodología que ella denomina “the work” (el trabajo), que consiste en un proceso de indagación, simple pero a la vez muy contundente, a través del cual la persona insatisfecha toma una situación o persona, la plasma en un papel y describe por qué le desagrada, los sentimientos que esto le provoca y cómo piensa ella que debería ser para sentirse satisfecha.
Una vez que la situación ha sido sacada de nuestra cabeza y puesta un papel, como expresamente lo recomienda la autora (no vale hacer el ejercicio mentalmente), le siguen cuatro potentes preguntas:
1.- ¿Es eso verdad?
2.- ¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad?
3.- ¿Cómo reaccionas al tener este pensamiento?
4.- ¿Quién serías sin él?
Katie Byron sostiene que ante un pensamiento negativo se nos presentan dos opciones: o nos aferramos a él o indagamos para entenderlo. Esta última actitud y una relación más armónica con nuestro entorno nos llevarán a un plano superior.
Sin duda, la vida nos pone a prueba constantemente y con frecuencia estamos expuestos a circunstancias que no nos agradan. Pero en lugar de luchar contra estas o lamentarnos por nuestra suerte, conviene más bien preguntarnos qué podemos hacer para trascenderla, permitiendo que el equilibrio regrese a nuestra vida. Toca aceptar las cosas como llegan, pues detrás de toda situación siempre hay un gran un reto y un inmenso potencial de aprendizaje. Por otro lado, en lugar de buscar culpables, debemos aceptar a los demás y no fijarnos solo en lo que nos incomoda de ellos, sino en todas sus grandes virtudes.
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