lunes, 14 de mayo de 2018



                                                       DESDE LAS PLEYADES




La pequeña nave, de tonalidad azulada y apariencia discoidal, se detuvo a unos 10.000 kilómetros de la Tierra. En su interior, dos seres procedentes de una galaxia muy lejana mantenían una conversación mental que podría transcribirse del siguiente modo:
—Hemos llegado. Este es el planeta del que te hablé. Sus habitantes lo llaman "Tierra", y actualmente se encuentra en un punto clave de su proceso evolutivo.
—¿A qué te refieres con "punto clave"?
—A que el planeta y todas sus formas de vida se encuentran inmersos en un experimento de elevación de conciencia masivo. Si todo marcha según lo esperado por los consejos locales de la galaxia, esa bella esfera azul que tienes ante tus ojos pasará de ser un lugar de aprendizaje a través del sufrimiento a un lugar de conciencia y belleza sin igual.
—Suena muy interesante... ¿Y cuánto durará esa transición?
—Todo dependerá del amplio conjunto de formas de vida que residen en el planeta, y principalmente de los humanos. Si estos se comprometen verdaderamente con el cambio y deciden creer y crear ese nuevo mundo, las cosas podrían mejorar bastante en unas cuantas décadas, según el cómputo de "tiempo" terrestre. Por el contrario, si el ser humano persiste en sus errores y continúa resistiéndose al cambio y asumiendo el papel de víctima en lugar de tomar las riendas de su destino, esa nueva Tierra podría hacerse esperar un poco más.
—¿De modo que ese cambio de conciencia masivo es inevitable?
—Así es. Se trata de una cuestión de "tiempo" terrestre. Cuantas más personas se unan al cambio y se comprometan con el despertar y con sus misiones de vida, más se acelerará el proceso.
—¿Y por qué les cuesta tanto abandonar lo que ya no les sirve y crear aquello que en el fondo tanto anhelan?
—Porque llevan milenios actuando de la misma manera y se encuentran anclados en costumbres, tradiciones y modos de entender la vida basados en la competitividad, la violencia y la falta de respeto hacia sus semejantes. Lamentablemente, ya casi no recuerdan que en otros tiempos las cosas fueron muy diferentes y que la mayor parte de la población vivía en paz y armonía con su entorno y con el resto del Universo. En realidad todos ellos, en el fondo de sus corazones, desean un mundo mejor, pero llevan tanto "tiempo" pensando en negativo que les cuesta lo indecible dar el paso y abrirse de lleno a la nueva conciencia.
—Desde luego parece un gran reto... Supongo que tendrán algún tipo de ayuda a la hora de llevar a cabo tan enorme metamorfosis, ¿me equivoco?
—Por supuesto que la tienen, aunque, de momento, gran parte de la humanidad apenas es consciente de ello. Desde hace unas décadas, y con el fin de apoyar este proceso, están encarnando en el planeta un grupo de almas acostumbradas a vivir en sistemas y dimensiones de luz y sabiduría. En la Tierra se las conoce con la etiqueta de "semillas estelares", y en su gran mayoría tienen la misión de "despertar" dentro del sistema de violencia terrestre y tomar conciencia de lo que ocurre para, posteriormente, comenzar a ser "ellas mismas" y hacer lo que su corazón les dicte. Cada una de ellas tiene un cometido diferente, aunque su objetivo final es siempre el mismo: introducir pacíficamente una nueva conciencia y una nueva forma de entender la vida. Mostrar al resto de seres de la Tierra que las cosas se pueden hacer de otra manera y que el Universo es VIDA y AMOR, con mayúsculas. Gracias a la presencia de estas almas, los humanos terrestres van a comenzar a pensar por sí mismos y a considerar seriamente la posibilidad de vivir una existencia basada en la conciencia de unidad y no en el miedo y la separación. Realmente es algo que ya está empezando a ocurrir. De este modo, con el paso de los años, se producirá una maravillosa simbiosis entre estas semillas estelares y las personas que llevan milenios encarnando en el planeta y hasta ahora no han podido ver con claridad.
—¿Qué quieres decir con "simbiosis"?
—Muy sencillo: llegará un momento en que no se apreciarán diferencias importantes entre un grupo y otro, ya que el crecimiento en conciencia habrá alcanzado tal magnitud que prácticamente TODOS los seres del planeta vivirán en paz y armonía, siendo conscientes de que la separación no existe y de que la vida es sinónimo de celebración y alegría, no un caos sin sentido repleto de sinsabores. Para ese entonces, la Tierra volverá a tener contactos abiertos con otras civilizaciones hermanas de la galaxia, tal y como sucedió en otras épocas. Cualquiera de sus habitantes tendrá total libertad para abandonar su planeta y visitar otros lugares del Universo.
—Entonces, cuando la Tierra alcance ese nivel de conciencia, ¿qué ocurrirá con esas semillas estelares? ¿Seguirán encarnando en el planeta?
—Serán ellas las que decidan según sus planes álmicos. Algunas se quedarán durante una temporada más para disfrutar de esa nueva Tierra, mientras que otras regresarán a sus planetas o naves de origen para volver a reunirse con sus familias estelares y almas afines.
—Qué emocionantes deben de ser esos reencuentros... Por cierto, ¿puedes explicarme por qué hay tantas naves y puntos de luz alrededor del planeta? Veo que no somos los únicos que observamos...
—Como te decía anteriormente, la Tierra tiene muchísima ayuda en este proceso, y no solo de las almas que han encarnado en la superficie para apoyar la transición "desde dentro", sino también de muchos otros seres que tienen vínculos especiales con la Tierra o son familia álmica de las semillas estelares y ejercen como guías espirituales de estas. Cada uno de ellos aporta su pequeño grano de arena para que el planeta termine siendo un lugar mejor y asuma conscientemente el lugar que le corresponde en la vasta comunidad de civilizaciones galácticas.
—A mí también me encantaría ayudar a la Tierra... ¿Hay algún modo de hacerlo?
—Ayudar siempre es posible, aunque no está permitida la participación directa de cualquiera, es decir, nosotros no nos podemos dar a conocer ni podemos ser vistos por ningún ser humano a menos que se nos conceda un permiso especial. Este lugar tiene reglas muy estrictas que no podemos quebrantar, pero no te desanimes: ayudaremos de un modo diferente que sí será bienvenido...
Acto seguido, un haz de energía lumínica invisible surgió de la parte inferior de la nave y se proyectó hacia el centro mismo del planeta, inundándolo de armoniosas vibraciones que a la larga repercutirían muy positivamente en el nivel de conciencia de sus habitantes. Instantes después, el alma de la Tierra comenzó a emitir destellos de múltiples colores como muestra de sincero agradecimiento.
Felices y satisfechos, los dos seres sonrieron, activaron una serie de comandos en las pantallas de supervisión de su avanzado vehículo estelar y se dispusieron a continuar su viaje de exploración a través del Cosmos.

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