miércoles, 10 de abril de 2019


                                                            DESDE LAS PLEYADES



Los almendros en flor que anuncian el final del invierno y la llegada de una incipiente primavera, las olas que nacen libremente para manifestarse en distintas formas y regresar de nuevo al mismo océano, las nubes que forman tenues trazos en el cielo y se diluyen finalmente en nada, las hojas marrones que en otoño se aferran a los árboles para desaparecer inevitablemente, en fin, la vida misma, reverbera fugazmente para devolverse de nuevo a la nada. ¡Qué breve e inasible es el paso del eterno presente!
No es, por tanto, el mundo ni su transitoriedad la causa de nuestro sufrimiento, sino nuestra actitud, nuestro apego, nuestra sed de seguir siendo, nuestra ignorancia en definitiva.
(Fragmento de mi último libro Quietud)

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