DESDE LAS PLEYADES
El egoísmo no tiene cabida en la práctica del darse. Meditar es un ejercicio continuado de abrir las manos y presentar el corazón al universo, es una entrega desinteresada. Nuestra propia felicidad depende directamente, en primera y en última instancia, del bienestar de los demás. Muy a menudo olvidamos que todos estamos de tránsito en este viaje, que todos somos pasajeros en el bardo de la vida y de la muerte.
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