Namasté

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Namasté , "La luz de Dios en nosotros, celebra su presencia eternamente en nuestros corazones"

lunes, 15 de julio de 2019


                                                      DESDE LAS PLEYADES


Si vienes con condiciones, no vengas. Si me das únicamente para que te dé, no me des (y vete lejos, muy lejos, por favor). Si apareces para que te reconozca y te llene, no aparezcas. Si necesitas que te apruebe, no quiero que estés. No me interesa ni lo deseo en mi vida. Porque ya pasé por eso: por la mendicidad emocional, por asumir la responsabilidad de llenar otros vacíos, por mirar por la "felicidad" de otros antes que por la mía, por la obligación de tener "contentas" a otras personas (como si yo fuera un bufón), por sonrisas falsas y lágrimas invisibles, por hacer lo que no quería para satisfacer constantemente caprichos infantiles, por permitir exigencias sin sentido y sin amor... Por partir de la temblorosa base de no amarme ni respetarme a mí mismo.
Soy libre, y si tú no eres libre, mi libertad va a molestarte. Y mucho. Porque mi prioridad no es llenar vacíos, ni tener "contentas" a las personas, ni ejercer de bufón. Ni estar "pendiente", a todas horas, de ti. No... No es mi prioridad, y además me agobia. Y no, no pienses que no me intereso por las personas, que todo me da igual, que paso del mundo... Todo lo contrario. Pero tengo muy claro que no soy la salvación de nadie, ni esa persona "especial" y "buena" que hace felices a todos a cada momento. Otra cosa es que tú proyectes eso en mí, o que tengas esa expectativa. Si es así, la decepción aparecerá más pronto que tarde en tu horizonte. Aquí está. Seguramente seré para ti una persona "mala", y "desconsiderada", y no tan "buena" y "atenta" como parecía... No me importa: márchate y no vuelvas jamás, sigue buscando a esa persona perfecta y robótica que llene tus vacíos, que te haga feliz, que se amolde a tus conveniencias y responda siempre a tus expectativas. Porque ese, ahora y en adelante, no soy yo.
Aprende a amarte, a respetarte, a no dejar tu felicidad en manos de otras personas (ni siquiera en las de aquellas a quienes crees amar). No dependas de mi palabra bonita ni de mi mano salvadora. No me exijas aquello que tú no te sabes proporcionar. Obsérvame como a un ser libre, con alas. Guarda tu jaula. Quémala. Sal de ella y no vuelvas a meter a más personas. Si lo haces, no me esperes. Vuela conmigo, si quieres. Observa el mundo desde arriba, desde una perspectiva amplia, sin la estrechez de tu pequeño y temeroso círculo. Elevémonos alto, muy alto, hasta ese lugar en que las estrellas empiezan a iluminar la oscuridad. Y seamos libres, al fin.
Expresemos, pero no exijamos.
Amemos, pero no asfixiemos.
Respetemos, pero no impongamos.
Compartamos, pero no dependamos.
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Javier López Alhambra

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