Namasté

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Namasté , "La luz de Dios en nosotros, celebra su presencia eternamente en nuestros corazones"

sábado, 23 de enero de 2021


                                                            DESDE LAS PLEYADES


LA LOCA DE LA CASA.


Así llamó la mística Teresa de Jesús a la imaginación y ese nombre se le aplica hoy a la mente sin control.


Si no manejas tu mente, ella te maneja a ti y casi siempre se empelicula con lo negativo.


Controlar la mente es de sabios y triunfadores. La loca de la casa suele andar errática y enfocada en lo oscuro, en los problemas más que en las soluciones.


Cuando tú te consagras a explorar dónde anda la mente, entonces puedes cambiarle el canal y centrarla sólo en lo bueno. Es una labor que pide estar alerta y da excelentes resultados. Con frecuencia pon el semáforo en rojo y pregúntate: ¿En qué estoy pensando? Así podrás conocer los derroteros de tu mente y dedicarte a pensar sólo lo mejor de ti mismo, de los demás y de la vida.


Dicen que un hábito se siembra en 28 días y si tú dedicas ese tiempo a estar vigilante con la mente, ella será tu mejor amiga y no la loca de la casa.


Buda afirmó que somos los que pensamos y hay estudios que hablan de unos sesenta mil pensamientos diarios.


También se afirma que habitualmente el 80% de esos pensamientos son negativos.


El reto, entonces, es tener el control de la mente y de allí pasar al control de la emociones, ya que una "e-moción" no es más que una moción o movimiento sensible originado en la mente.


Poderoso no es el que conquista a otros, poderoso es el que se conquista a sí mismo y es el dueño de sus pensamientos y sus emociones. Descartes dijo "pienso, luego existo", y con base en su frase se puede afirmar: "si pienso bien, vivo bien".


Los pensamientos firmes se convierten en creencias y las creencias  crean la realidad.


Tú eres lo que crees y tu vida depende totalmente de tu sistema de creencias limitantes o motivantes. Hay creencias que empoderan y creencias que limitan.


Eliminar todas las creencias bloqueadoras es una estupenda herramienta para controlar la loquita de la casa; hazlo con los ímpetus del principiante y no escatimes esfuerzos hasta lograrlo.


Pero hay algo mejor que el control de la mente y es un espacio sereno y de gracia que los orientales llaman "el estado de no mente" (mushin).


Una experiencia con halo sagrado que disfrutas cuando sacas tiempo para relajarte y bucear en el océano espiritual.


El mejor tesoro es la paz interior y no se alcanza con malabares o artificios; sólo necesitas silenciar la mente, entrar al mundo mágico del espíritu y vibrar con Dios en el amor.


Puedes hacerlo en una religión o en ninguna, como lo viven tantos seres espirituales que no están afiliados a un credo.


Si aprendes de místicos como Teresa de Jesús, Francisco de Asís, Buda o Rumi, podrás transitar un sendero de quietud y armonía, bien lejos del vértigo y el estruendo de la ciudad.


Ellos no sólo controlaron la loca de la casa, ellos fueron almas grandes y seres de luz; seres conectados con lo divino y, simultáneamente, enamorados de lo humano.


Se puede ser un místico en medio del fragor de la ciudad y los espejismos del poder y el dinero. Cuesta, pero es posible.



Por: Gonzalo Gallo González - Julio 26 de 2012.

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