Nuestra querida Regla Contreras, nos deleita con sus bellos escritos, en esta ocasión comparte con nosotros un extracto de su libro "A CARMEN". ¡Muchas gracias Regla!.
Había
una vez un ser pequeñito de cuerpo y de alma muy grande, que no tenía
Ego. Cualquiera que fuese su ideología, todo el mundo en Los Remedios
(un barrio clásico y burgués de Sevilla) la quería sin condiciones
porque cuando se miraban en ella, cada cual no veía sino un reflejo de
lo mejor que había en uno mismo. Ése era el arte que tenía mi amiga
Carmen.
Cuando
La Parca se la llevó tempranamente (ya las dos nos habíamos “maliciado"
que su misión en la Tierra se hallaba ya sobradamente cumplida), yo
escribí una Elegía como regalo a su madre y su familia. Era el año 1999 y
ése fue mi primer libro publicado.
El
siguiente relato de LA LUNA CUÁNTICA en donde, desde esta dimensión, me
dirijo a aquella otra en donde mi amiga se encuentra, está entresacado
de aquella Elegía llamada “A CARMEN”.
"...
¿Sabes, CARMEN? A veces no me atrevo a mirar arriba en esas noches
luminosas en las que La Luna preside el firmamento. Imagínate tú, por un
instante, que los habitantes de esta parte del planeta en donde, en ese
momento fuera de noche -incluidos las plantas y los animales, que
también perciben formas y colores y proyectan igualmente su grado de
consciencia- decidiesen unánimemente, una noche, no mirar al cielo.
Nuestro satélite dejaría de recibir la proyección e influencia de todas
las consciencias que le dan esa identidad que La Luna es: dejaría, de
repente, de ser un cuerpo celeste, puesto que aquello que no se mira, no
queda registrado en el cerebro ni en la consciencia de nadie; y como
por encanto -según sostienen las leyes de la física más avanzada, que
concuerda con los postulados de muchos Místicos de la antigüedad- La
Luna dejaría de estar.
También
dejaría de ser "un satélite" -que eso no es más que un concepto humano
en el que nadie, en ese momento, estaría pensando.
Tampoco se llamaría Luna -ni Lunita Lunera- que sólo son nombres que alguien se inventó en nuestro idioma español.
Ni se llamaría de otras miles de formas diferentes; tantas,
como lenguas y dialectos existen en el PLANETA, ya que nadie en ese
momento la estaría nombrando.
¿Qué quedaría de nuestra aparente y hermosa Lunita cuando
ningún ser vivo proyectara sobre ella su consciencia creando el
concepto, poniéndole un nombre o enviando un pensamiento? ¿Sólo un color
y una forma sin nombres? No, no habría ojos que enviasen ni diesen esa
forma ni ese color. ¿Seguiría, entonces, estando allá arriba -calladita,
plateada, brillante y redonda- cuando nadie la mira, como ya se
cuestionan los sabios? ¿Sería, acaso, tan sólo energía, invisible
energía en espera de que alguna consciencia sobre la biosfera, se
dignase mirarla?
...Y entonces yo, ajena a lo que pasa y completamente despistada, voy y dirijo mi mirada al cielo.
Y
en ese preciso instante, La Luna Lunera volvería a estar, a tener
forma, color e identidad; a ser aquello que yo le estuviese proyectando
con mi consciencia y mi mirada en ese momento.
Pero, ¿tú te imaginas que yo supiera que era el único ser vivo que la
estuviera contemplando? ¡Qué responsabilidad tan enorme! ...Pues ahora
yo tendría en mis manos, o mejor dicho, en mi mente y mi cerebro, la
potestad y la ocasión de mirar a esa energía con ojos y mentalidad
nuevos... Y me inventaría otra cosa, o ¿acaso crees tú que yo iba a
respetar esos viejos patrones de formas y conceptos, pudiéndolos recrear
de nuevo? Patrones de formas y conceptos que deben andar registrados
por los entresijos de mi cerebro, y que no son más que Ilusión, o
“MAYA”, como ya advirtieron por Oriente hace miles de años. No, CARMEN,
ante esa única oportunidad de oro que tal vez sólo se les ofreciera a
los habitantes del Olimpo, yo te juro que haría una travesura muy grande
aunque sólo durase un instante:
Antes de dirigir mi vista arriba, yo vaciaría mi mente de
todo su contenido para que no hubiese nada registrado en mi cerebro.
Luego miraría al cielo sin esperar encontrar nada, pues no habría
recuerdo de nada, y -lo mismo que un recién nacido- lo ignoraría todo.
Y
cuando yo sintiese que de allá arriba comenzaban a llegarme ciertos
efluvios que me hacen guiños y me son extraños, yo miraría en la
dirección de donde esas radiaciones partieran, y sería en ese instante,
cuando mi consciencia afectaría a su consciencia.
Entonces
habría llegado ese momento sagrado, de crear nuevas formas, nuevos
colores, nuevos nombres, nuevos conceptos. Haría de ESO, lo que yo
quisiera, y podría escribir ahora, una historia nueva, muy diferente
a...
Pero, ¡qué tonta! ¡Olvidé que esas cosas fantásticas sólo
son posibles en los Universos Paralelos: en ÉSOS, en donde
simultáneamente se están realizando todas nuestras infinitas
posibilidades de ser y todos nuestros más secretos e imposibles deseos!
Olvidé -menos mal, Lunita- que heredo desde hace no sé
cuántos millones de años, un cerebro configurado por millones y millones
de seres que antes también te miraron y dejaron grabado en él -gracias a
ese inconsciente colectivo- esta impronta que me hace verte como
realmente eres. ...Y apenas, al intentar imaginarte con otra forma, otro
color, y otro nombre diferentes, brotaría en el campo de mi
consciencia, por enésima vez, todos tus arquetipos, todas tus antiguas y
repetidas ediciones. Aparecerías nuevamente ante mis ojos, calladita,
plateada, brillante, redonda, y tan bella como siempre fuiste y no has
podido, inexorablemente, de otra manera, ser.
...Y sé que me emocionaría al verte; y gritaría tu nombre en
las tres únicas lenguas en las que sé nombrarte. Me aprendería, luego,
tu nombre en los cinco mil idiomas y dialectos con los que el hombre te
nombra, te piensa, te sueña, te siente… Y con profunda reverencia
pronunciaría todos esos nombres; y te daría las gracias por estar
siempre allá arriba aunque a veces no te vea, y ser como eres.
…Y estaría feliz y contenta por que los humanos te hayan
moldeado con su consciencia, de esa especial manera. Y pediría a los
hombres -mis hermanos-, que no cometieran jamás la tontería o la locura
de dejarte una sola noche de mirar... por si acaso.
...Aunque
no (y creo con ello, haberle resuelto, sobre la marcha, una ecuación
cuántica a los sabios): su teoría resultaría cierta sólo en parte, pero
La Luna no podría desaparecer jamás, del firmamento, aunque ninguna
consciencia -vegetal, animal o humana- la estuviese contemplando, pues
olvidaron algo muy simple: precisamente un postulado muy importante que
ellos defienden, y es que La Gran Consciencia que Todo lo envuelve y que
interpenetra cada átomo y partícula, nunca la dejaría de contemplar. "
"La Luna Cuántica", extraído de “A CARMEN”, de Regla Contreras).
Querida Regla
ResponderEliminarhermoso post de luna hechicera el que nos transmites
y bello recuerdo y encuentro con tu amiga hermana Carmen.
Recibe un fuerte abrazo.
Rosamaria
me ha encantado...bien se que por ti luna mi vida cambio,gracias luna lunera siempre estare a tu vera.
ResponderEliminarAsí se entra prima, por la puerta grande que para eso la hicieron.
ResponderEliminarGran tema cabalístico el de la Luna y su deseo femenino de recibir luz, en arameo Núkva, que provoca que los primeros rayos del Sol, con su deseo masculino de otorgar, la preñen en el beso y den a luz al hijo, Zon o Ben, Bar, ese discernimiento "justo", que se convertirá en el "fundamento", una vez unidos los dos deseos de arriba y abajo, para iluminar las consciencias de los hijos, encarnados en cuerpos con tortícolis por la espera esperanzadora en la contemplación del embarazo progresivo, hata que Llena, ilumina la noche a sus vástagos para el gran salto...............gracias prima hermana y Yastamosaquí, que diría Braulio.
Gracias, Rosamaría: hace días que me llegó tu abrazo. Y venía con un cierto olor como de una brisa "Peregrina", ¿me equivoco?
EliminarAgradezco también vuestras palabras, Tito, y Juan el Relojero, porque no sabéis lo que me ha costado aceptar la invitación de Cristi y el ánimo de algunos de vosotros, a participar en su Blog. Y he tardado tanto en responderos porque no me manejo del todo bien en eso de registrarme en un Blog:
ya el término "Registrarse", me asusta un poco porque te obliga a aceptar unas reglas y unas normas... Y las veces que lo hice en un Blog fue por el mismo insólito sistema que usó aquel burrito de la fábula de Iriarte: toqué la tecla adecuada y sonó la flauta por casualidad.
Otro abrazo grande para los tres.
¡Pues casi que me has robado la idea, querido Fandusco de esa mi segunda y Querida Patria! ¿Sabes? Desde hace mucho tiempo yo tengo ya mi pequeña mochila preparada para dar el salto y salirme cualquier día de éstos con el planeta en marcha.
ResponderEliminarPero huir sola sería de cobarde, y yo quisiera llevarme por delante a todos los habitantes de la Tierra, pero siete mil millones de terrícolas no caben en mi mochila pequeña.
Pero ése no sería el problema, ya que allí donde yo me fuese con esa carga, no haría sino trasladar las mismas vibraciones humanas que hay ahora en el Planeta,
¡quita, quita! ...Y encima dejaríamos abandonado al más bello de los planetas; por lo que sería mucho más práctico ese mágico, cuántico y consciente Juego que me propones: así que nos vamos a la Luna y desde allá arriba -como si fuéramos dos atrevidos dioses- proyectamos todo eso que estuve a punto de hacer con la Luna: Reinventar La Tierra.
Si alguien más se apunta... No es necesario el cepillo de dientes: con arenilla de tanta piedra pómez, sería suficiente... Pero, ¡qué digo, si allí no íbamos a perder el tiempo en comer! Mientras se juega a ser dioses y a transmutar la materia con el poder de esa varita mágica que es nuestra observación consciente, no se hacen esas cosas tan ordinarias, ¡jajaja!
Un beso muy grande desde el Sur, que en un instante, mucho antes de que hayas leido esto, ya habrá viajado rumbo al Norte de Hispania. La mitad del beso es para Begoña.
¡Ah, se me olvidaba! Te has aproximado bastante: Siempre me acompaña un duende, te lo juro por lo que más quieras.